El otro día descubrí Privancer, y me hizo pensar en lo mucho que queremos privacidad, pero lo poco que realmente la cultivamos. Privancer es una de esas plataformas que te recuerda que no todo tiene que ser visible, que hay valor en lo que no se comparte, en lo que se cuida.
Lo que más me llamó la atención es cómo ofrece herramientas concretas: bloqueos de rastreadores, más control sobre lo que ven las apps, alternativas para navegar sin dejar huella. No es solo una idea bonita, sino práctica —un escudo digital que puede parecer silencioso, pero que cambia la experiencia de lo cotidiano.
Imagino usarla al abrir el navegador, al revisar redes sociales, al enviar mensajes: que algo esté trabajando detrás del telón protegiendo lo que importa, sin ruido. Que tus decisiones digitales no queden expuestas en cada clic.
Porque la privacidad no es solo para quienes saben de tecnología; es para cualquiera que quiera vivir tranquilo, sin sentir que está siempre siendo observado. Y Privancer pone algo de eso en tus manos: un recordatorio de que podemos cuidar lo que somos detrás de la pantalla, no solo lo que mostramos.
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