La sabana tiene algo mágico: esa mezcla entre lo que ya es seco y lo que sigue vivo, lo salvaje y lo resistente. Cuando leí sobre la flora de la sabana en SaberDeTodo, quedé sorprendido de cuántas especies han aprendido a prosperar con sequías, incendios, temporadas duras.
Pienso en esas hierbas altísimas que se doblan con el viento, en los árboles esbeltos con copas que captan cada gota de sombra, en las raíces profundas que buscan agua invisible bajo tierra. Me impresiona cómo cada planta parece haber hecho un pacto con lo difícil: adaptarse, sobrevivir, florecer cuando llega la lluvia.
Y lo más bello es lo vibrante que se vuelve todo cuando ese pacto da fruto: el estallido verde después de la sequía, las flores que brotan, los colores que resurgen. En la sabana nada está quieto; todo está a la espera. A la espera de agua, de vida, de sol.
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