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Esteban Jimenez Ruiz
Esteban Jimenez Ruiz

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🌐 Historia y Funcionamiento de Internet

De la Guerra Fría a la Nube: el viaje que cambió al mundo

Internet no nació para conectar amigos, ni para compartir memes.
Nació por miedo.

En los años 60, en plena Guerra Fría, Estados Unidos temía que un ataque nuclear destruyera su sistema de comunicaciones centralizado.
La solución fue crear una red que no dependiera de un único punto, sino que pudiera sobrevivir incluso si partes de ella eran destruidas.
Así nació ARPANET, el primer embrión de lo que hoy conocemos como Internet.

Cada computadora (nodo) podía comunicarse con las demás de forma descentralizada, y si una fallaba, la información buscaba otro camino.
Sin saberlo, estaban sembrando la semilla de la colaboración global.

De la red militar al laboratorio del conocimiento

Cuando las universidades empezaron a conectarse a ARPANET, algo cambió.
Los científicos vieron que esta red podía servir para algo más que enviar órdenes militares: podía compartir conocimiento.

A medida que la red crecía, se necesitaba un lenguaje común para que todas las computadoras pudieran entenderse.
Así nació en 1983 el protocolo TCP/IP, el verdadero “idioma universal” de Internet.

Desde entonces, cada correo, cada video y cada clic que haces viaja por ese mismo conjunto de reglas, creadas hace más de 40 años.

Internet ≠ Web: dos conceptos diferentes

Un error común es pensar que “Internet” y “la Web” son lo mismo.
Internet es la infraestructura: los cables submarinos, los routers, los satélites y los protocolos que hacen posible la comunicación global.

La Web (World Wide Web), en cambio, es una de las muchas cosas que existen dentro de Internet.

Fue inventada en 1989 por Tim Berners-Lee, quien propuso algo revolucionario:

Un sistema donde los documentos pudieran enlazarse entre sí mediante hipervínculos.

Así nacieron tres inventos que definieron la era digital:

• HTML: el lenguaje para estructurar contenido.
• HTTP: el protocolo para enviar y recibir páginas.
• URL: la dirección que permite encontrarlas.

De repente, Internet se volvió visual, navegable, humana.
Ya no eran científicos hablando en código: eran personas explorando mundos digitales.

¿Cómo funciona Internet realmente?

Cada vez que escribes una dirección web, ocurre una coreografía perfecta:

  1. Tu navegador (cliente) pide la dirección al DNS, una especie de directorio global que traduce nombres como google.com en direcciones IP (números).
  2. Con esa IP, envía una petición HTTP al servidor correspondiente.
  3. El servidor responde con los archivos del sitio (HTML, CSS, JS, imágenes, etc.).
  4. El navegador interpreta esos archivos y renderiza la página en tu pantalla.

Todo esto ocurre en milésimas de segundo, gracias a protocolos que priorizan velocidad, seguridad y fiabilidad.

Sin esta danza invisible entre clientes, servidores y protocolos, la Web simplemente no existiría.

La evolución de la Web: 1.0 → 2.0 → 3.0

La Web también ha tenido sus eras:

• Web 1.0 (1990–2004): estática, de solo lectura. Sitios informativos, sin interacción.
• Web 2.0 (2004–2020): colaborativa. Llegan las redes sociales, los blogs y los usuarios creadores de contenido.
• Web 3.0 (2020→): descentralizada e inteligente. Blockchain, IA y contratos inteligentes devuelven el control a los usuarios.

Cada etapa representa un salto en cómo interactuamos con la información y con los demás.

La Web 1.0 era una biblioteca; la 2.0, una plaza pública; la 3.0, una economía digital autónoma.

Internet hoy: velocidad, datos y seguridad

En la actualidad, miles de millones de dispositivos se comunican al mismo tiempo:

smartphones, autos, relojes, sensores, servidores en la nube.
Esto es el Internet de las Cosas (IoT), donde todo —desde tu refrigerador hasta un satélite— puede enviar datos.

Pero más conexiones significan también más vulnerabilidades.
Por eso protocolos como HTTPS, TLS y arquitecturas seguras son esenciales para proteger la información.

Internet sigue siendo libre, pero ya no es ingenua: requiere ética, responsabilidad y conciencia tecnológica.

Internet no es una red de cables, sino una red de personas.
Cada mensaje, cada repositorio, cada proyecto open source amplía su huella.

Ser parte de esta historia no es solo programar, sino entender el poder de lo que construimos.

La Web no es solo un invento; es un espejo de nuestra evolución colectiva. Y mientras sigamos creando con propósito, seguirá creciendo contigo.

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