¿Han visto Ratatouille?, esa peli en donde dicen “No abandonamos el nido, lo hacemos más grande”; bueno…
A lo largo de mi vida, siempre fue según mi padre “La más rebelde de sus hijos”, toda mi infancia pensé que no podía esperar a cumplir 18, para poder salirme de mi casa y comenzar de cero en un lugar nuevo; y aunque me vean toda Potra empoderada, me costo 6 años poderme despegar por completo.
Me mude a los 20 años a una hora de mis padres, pero claro, cada finde estaba presente para dormir y pasar tiempo con ellos, luego me mude a 15 minutos y estaba todo el día en su casa, para luego ir a dormir a la mía; escuche comentarios de “¿Para qué pagas renta?, mejor eso usalo para comprarte algo”; regrese como por un año a vivir con ellos, pero nunca me compre el depa soñado.
Y así estuve, yendo y viniendo a casa de mis padres porque me costaba mucho dejar de tener esa dependencia emocional hacia ellos; hasta que un día me fui a 3 horas, lo cual tampoco me funciono, porque realmente lo hice por las razones equivocadas; estaba huyendo de mis problemas.
Pero no solo era el tema del núcleo familiar, estaba la cuestión que más me causo problemas, entrar en relaciones destructivas, solo porque era más fácil que de esa forma pudiera estar más lejos de mi familia.
Al tocar fondo, decidí por fin estar sola y dejar de llenar todos los vacíos existenciales, esperando que alguien me rescatara, y fue así como… Entramos a la zona gris, el día en que tuve que afrontar mis problemas entendiéndome a mi misma, pero lo peor no era eso, lo peor fue conocerme y saber el porque hacia todo lo que hacía.
Hasta la fecha sigo sin conocerme al 100, pero se que lo hago mejor que hace unos años en que me aterraba escuchar mis pensamientos, porque escucharlos implicaba saber que era lo que estaba haciendo mal; a mis 25 entendí que los traumas que fui cargando no eran culpa mía, pero si era mi responsabilidad elegir como reaccionar mientras cargaba con ellos; lo cual no siempre lo hice de la forma correcta.
Hasta hace unos meses, opte por hacer lo más complicado…
Mudarme a otro estado, pero lo que para muchos es algo muy sencillo, porque piensan que es parte de crecer; para alguien como yo que no podía despegarse tan fácilmente del núcleo familiar, resulto ser todo un reto. Principalmente la parte en donde le explicas a tu familia que no te vas porque te quieres casar o porque vas detrás de una persona (lo cual hubiese hecho hace algunos años, ya que si he viajado a otros lugares porque me sentía enamorada).
Por primera vez en mi vida, llegue a tener esa paz conmigo misma que busque durante años, la cual pensé que me daría la aceptación completa de mi padre o de mi principal figura paterna; pero no fue así. Hasta hoy no he obtenido esa aceptación, pero aprendí a vivir con lo que tengo y lo que tengo en este momento de mi corta vida, son 26 años, unos cuantos pesos en mi cuenta bancaria, una gatita llamada Leia, que se que es el amor más incondicional que la vida o cualquier fuerza misteriosa, me mando para amortiguar toda esta soledad y todas esas ganas de comenzar una aventura llena de tristeza, felicidad y que espero traiga consigo, un poco de conocimiento.
Y termino este pequeño articulo citando uno de mis libros favoritos, porque fue la frase que me dijo mi hermano antes de partir:
“Si allí encuentras la felicidad, vuelve, me la enseñaras. Si solo hallas desilusión, vuelve y juntos continuaremos sacrificando a los dioses”
--Siddhartha – Hermann Hesse--
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