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Manuel Romero
Manuel Romero

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Liderazgo e Historia.

300

El otro día, viendo la película "300" en televisión (no la había visto aún) e hilando con lo acaecido en Grecia posteriormente con Alejandro Magno (de los personajes que más me apasionan de la Historia) me di cuenta que se podía establecer una analogía entre los empleados y el jefe de una empresa y los soldados y el rey/caudillo militar de éstos. Mirad: Tanto en el caso de la batalla de Termóplilas o Maratón el ejército espartano (aunque realmente no eran 300, sino unos 7000 entre espartanos y soldados griegos de otras polis) derrotó en sucesivas ocasiones al ejército del Imperio Persa de Jerjes el Grande (rey de toda Asia) que era mucho más numeroso (unos 250000 hombres) y sofisticado que la tropa espartana + griega.

Años más tarde, Alejandro Magno, con un ejército de nuevo mucho más reducido que el del rival (Darío III, rey del Imperio Persa) liberó las polis romanas que habían tomado los persas, unificó Grecia bajo el reino de Macedonia y, lo más importante; conquistó en Oriente un territorio equivalente a 4 veces la extensión de la Península Ibérica. Es más, una vez llegado a India decidió volver a casa y terminar su campaña de conquista de Oriente debido a que sus soldados ya estaban cansados de luchar y de llevar varios años fuera de su hogar, sin sus familias.

En ambos casos, un ejército pequeño pero bien organizado (Alejandro Magno pasó a la Historia como un gran estratega, al igual que su padre, Filipo II) derrotó no a uno, sino a varios ejércitos en varias batallas mucho más numerosos y, a veces, con mejor tecnología.

¿Por qué? Os preguntaréis... La solución es muy sencilla, tanto Alejandro Magno como Leónidas (rey de Esparta y defensor de Grecia en la película 300) luchaban en primera línea de batalla con sus soldados y, si había que morir, se moría con ellos. Mientras que los reyes del Imperio Persa aguardaban en la retaguardia del campo de batalla mandando a sus soldados a ésta a base de latigazos. Y si la cosa se ponía fea para su bando, simplemente huían.

Pues en una empresa pasa igual: si nuestro jefe lucha a diario con nosotros en primera línea de combate, sus empleados tendrán confianza en él, tendrán seguridad en sí mismos, serán valientes y productivos; no mirarán atrás porque saben que a su lado con la espada y el escudo está su jefe, luchando con y por ellos, como uno más.

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