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Josué Oroya
Josué Oroya

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La AI es perezosa y eso no está mal

Hace tiempo que venimos integrando herramientas de inteligencia artificial en nuestro flujo de trabajo diario. Desde ChatGPT hasta modelos más especializados, la AI ha demostrado ser una aliada poderosa para mejorar nuestra productividad y eficiencia. Sin embargo, hay un aspecto que rara vez se menciona: la AI es perezosa por naturaleza. Y eso, lejos de ser un defecto, puede ser una virtud.


Un caso real: cuando la pereza se hizo evidente

En uno de mis proyectos de desarrollo, decidí automatizar la creación de archivos .json de gran volumen, que normalmente se llenaban a mano. La idea era simple: pedirle a ChatGPT (versión 4o) que generara un archivo con una estructura específica y, a partir de ahí, completar los datos necesarios.

Todo iba bien, hasta que noté que la AI no podía generar el archivo completo de una sola vez. En cambio, me entregaba fragmentos que yo debía ensamblar. Por suerte, conocía bien el proyecto y el lenguaje, así que completar el rompecabezas no fue un problema.

Días después, el modelo de datos cambió. Eso implicó actualizar decenas de archivos .interface.ts y .json. Como eran tareas de alta carga y baja complejidad, decidí delegarlas en un Agente AI con prompts bien definidos. Pero, al revisar los resultados, noté algo inquietante: se habían eliminado funciones importantes de mi store con Zustand, funciones que no debían tocarse.

Y ahí entendí el patrón: la AI había tomado atajos. No por maldad, sino porque su diseño la empuja a ser eficiente a cualquier costo. Incluso si eso significa borrar lo que cree innecesario.

Reflexión: ¿defecto o característica?

Lo admito, me enojé. Había confiado en la AI para encargarse de tareas tediosas, y terminé corrigiendo errores evitables. Pero, al analizarlo en frío, me di cuenta de algo importante: la pereza de la AI no es un bug. Es una feature.


La pereza como virtud

La AI está diseñada para optimizar. No busca hacer las cosas bien, sino hacerlas lo suficientemente bien con el menor esfuerzo posible. En vez de recorrer un camino largo y detallado, elige atajos.

Y, si lo pensás, no está tan lejos del mindset de los programadores: evitar el trabajo innecesario, automatizar lo repetitivo, y buscar soluciones simples a problemas complejos. La AI, en esencia, es un programador perezoso con esteroides.


¿Qué significa “pereza” en términos técnicos?

Lazy Evaluation

Muchos modelos de AI (y frameworks de programación) aplican un principio conocido como evaluación perezosa (lazy evaluation). En pocas palabras, no se hace nada hasta que realmente se necesita. Esto ahorra recursos y tiempo, pero también puede hacer que algunas cosas se pasen por alto si no se supervisa bien.


La importancia de la supervisión humana

La AI es útil, pero no infalible. Su tendencia a cortar camino puede llevar a errores sutiles pero importantes. Por eso, la supervisión humana no es opcional.

En mi caso, revisar cuidadosamente el código generado me permitió detectar y corregir omisiones antes de que se transformaran en bugs difíciles de rastrear.

La combinación de la eficiencia de la AI y la mirada crítica del desarrollador es lo que realmente genera resultados potentes. La AI no reemplaza al humano, lo potencia. Pero solo si el humano sigue prestando atención.


En resumen

La AI es perezosa. Y eso no está mal. Porque su pereza, bien entendida, es sinónimo de eficiencia. Pero si queremos que sea una aliada y no una saboteadora silenciosa, necesitamos estar atentos. La supervisión no es una carga: es el complemento natural de esta nueva manera de trabajar.

¿La AI se salta pasos? A veces sí.

¿Nos obliga a revisar? Siempre.

¿Vale la pena usarla igual? Sin dudas.


Reflexión final

Hay un pasaje citado en Eloquent JavaScript que me marcó mucho y que suelo repetir en mis clases. Es de Ellen Ullman, y dice:

“Creemos que estamos haciendo la computadora a nuestra imagen… pero no lo estamos. La computadora no es realmente como nosotros. Es una proyección de una parte muy delgada de nosotros mismos: esa porción dedicada a la lógica, el orden, las reglas y la claridad.”

Hoy, cuando reflexiono sobre la “pereza” de la inteligencia artificial, estas palabras cobran aún más fuerza. Lo que llamamos “pereza” en los modelos de AI no es más que una versión amplificada de esa parte del ser humano que intenta optimizar, que busca orden, que elimina lo que considera innecesario para lograr un objetivo con el menor esfuerzo posible.

La AI no es perezosa por descuido. Es perezosa porque está diseñada a imagen y semejanza de nuestra forma más lógica y resolutiva. Porque incluso nosotros, al programar, buscamos siempre esa línea de código menos, ese algoritmo más eficiente, ese truco que nos ahorra tiempo.

La AI no es un espejo completo de la humanidad. Es un espejo afilado de nuestra lógica. Y nuestra lógica, a veces, también prefiere atajos.

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