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Maximiliano Burgos
Maximiliano Burgos

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El desafío de la educación en sistemas

Hace un tiempo que no creaba uno de esos artículos de opinión que tanto me pide la comunidad. Vengo trabajando en artículos técnicos, los cuales no suelen tener una llegada tan amplia como los anteriores; dado que somos animales sociales: podemos estar discutiendo semanas sobre la modalidad de trabajo remoto, pero cuando hay que estudiar el comportamiento de una función, no hay debate.

Como Jasnah Kholin en El Archivo de las Tormentas, sueño con reunir mentes brillantes y establecer debates que sean fructíferos para potenciar el progreso y nos permitan trazar los próximos pasos de un futuro que puede ser espectacular o lamentable en partes iguales.

Este tipo de debate es el que traigo a mis clases, y a veces, por al menos un par de días, logro generarlo. Sentarse sobre un algoritmo y entender por qué las cosas funcionan de determinada manera, es solo la meta. El verdadero gozo está en el problema: los métodos, las suposiciones, la conjetura o cualquier herramienta que nos permita avanzar hacia una solución. En este camino del proceso cognitivo es donde se puede potencial el verdadero aprendizaje.

Por eso habrán notado que muchos profesores no entregan una solución, sino que esperan a que el alumno logre indagar en la misma. Preparan el camino y dejan que sus estudiantes lleguen a la conclusión por ellos mismos.

Y esto, mis queridos lectores, es el desafío de la educación.

Procesos educativos

Los profesores nos dividimos en dos categorías básicas que me acabo de inventar por el beneficio de la trama:

  • Académicos: son los que estudian una carrera docente y se dedican puramente a enseñar.
  • Informales: son los que se especializaron en un area por años, y tienen experiencia tanto en el campo de la aplicación como en la educación; pero no estudiaron una carrera docente.

Yo entraría en el tipo informal, aunque digamos que sí hice un par de cursos para elaborar estrategias académicas y entender cómo transmitir el conocimiento hacia un estudiante.

Mucha gente cree que puede enseñar sólo porque sabe de un tema, y esto es un grave error: así como cada persona es única y se distingue por sus propios aspectos de su personalidad, también lo es su método para asimilar conocimientos.

La palabra "asimilar" es extremadamente importante: no somos máquinas que absorben información. Nuestra memoria tiene un límite, y el cerebro trabaja mediante "atajos" para evitar un consumo elevado de energía. Si, efectivamente nuestra mente optimiza la información, la "indexa" todo el tiempo.

Por esta razón, cuando hablamos de asimilación, nos referimos a la acción de transformar determinada información del exterior y procesarla con nuestros conocimientos actuales. Así funcionamos desde que tenemos uso de razón: la mente relaciona conceptos y crea mapas de comprensión. Entonces cuando recurrimos a la memoria, podemos hacer uso de palabras claves que nos lleven a recuerdos almacenados más complejos. Como ven, todo lo que inventamos en materia de informática no es más que una simulación de nuestros procesos cognitivos.

El problema

Con todo lo que expuse anteriormente, puedo definir que, para mi, enseñar es garantizar las herramientas necesarias para que el proceso de asimilación de conocimentos se genere de forma eficiente y correcta.

El problema radica en que cada persona aprende de maneras distintas y viene con conocimientos anteriores que son (a veces, o casi siempre) muy distintos entre alumnos.

No es lo mismo enseñar a programar a un estudiante de universidad que uno de secundaria. Además, la edad influye de forma significativa: a los 20 años tenés una energía y un potencial de aprendizaje mucho más amplio que a los 30. Mucha gente insiste en que estudiar de joven es lo más conveniente, y tienen razón: asimilamos mucho más conocimiento porque nuestra sinapsis es más eficiente.

Siempre se trata de lo mismo: aprender lo suficiente en una edad temprana y así optimizar los procesos cognitivos en el futuro. Sobre esto, quiero aclarar un punto crítico al respecto: mientras lees este artículo y tenes, supongamos, 30 o 40 años, debes estar conteniendo cierto enojo o desesperanza. Dejame explicarte que empezar a aprender algo de cero en tu edad, es perfectamente posible. La diferencia quizá radique en que simplemente te cueste un poco más que a personas más jóvenes. Pero aún así, incluso aunque no exista una relación directa, muchos conocimientos que ya tenés van a ser aplicables a tus nuevos estudios, sea sistemas u otra rama.

Volviendo al problema inicial, mi experiencia como profesor me permite saber si una clase me esta siguiendo en el contenido que estoy exponiendo. Soy consciente de que tengo un tiempo establecido donde voy a explicar algo; y que cada alumno va a tener otro tiempo completamente distinto en el que va a entender dicho concepto.

Entonces, haga lo que haga, me encuentro con una clase que aprende con cierta disparidad: algunos saben mucho, otros pocos. En la búsqueda de una solución, he creado estrategias que hoy día sigo poniendo en práctica para equilibrar la balanza.

Ejercitación y liderazgo

Al ser un profesor de tipo informal, conozco el terreno laboral. Esto afecta a mis clases de forma positiva: yo no veo un aula, sino una oficina, un equipo de trabajo. Con esta idea en mente, cada ejercicio en realidad es una tarea de proyecto; por lo cual los alumnos ven un objetivo claro y tangible.

Esto implica que a la hora de proponer un ejercicio, no se aplica el típico modelo individualista de resolución "secreta" y que genera copias y plagios entre alumnos. En mi formación, yo fomento el trabajo en equipo. Si un alumno va más lento que otro, se potencia al trabajar con alguien que tiene mayor velocidad. Se crea lo que llamo una retroalimentación de conocimientos. Entre ellos aprenden mucho más que rompiéndose la cabeza solos.

Además de mejorar la balanza del conocimiento general, también empiezan a crearse líderes que pueden sacar el máximo potencial de cada alumno, porque trabajan sobre la idea de sacar un requerimiento adelante sin recurrir al individualismo de ser "el mejor alumno".

Remover la idea de reprobación

En mis clases no existe la "reprobación" como tal. Por supuesto, evalúo cada alumno y tiendo a ser más exigente que otros profesores en general; pero transmito la idea de "llegar al aprobado". Esto significa, pedirles cambios hasta que las cosas estén bien hechas.

Siento que reprobar es rechazar: cuando estudiaba en la universidad y no aprobaba un parcial, esto representaba una derrota. Me separaba de otros compañeros que si aprobaban y me resultaba frustrante. En mi rol como formador, quiero evitar este tipo de efectos negativos.

A fin de cuentas, en un trabajo no te "reprueban" un requerimiento, sino que te "piden cambios" para llegar al objetivo planteado. Este es exactamente el funcionamiento de GitHub y sus Pull Requests.

Romper la brecha profesor - estudiante

Este probablemente sea un punto de inflexión en muchos de mis colegas: un profesor que pretende la igualdad, perdería el respeto por falta de jerarquía.

En mi caso personal, nunca me llevé bien con el asunto de las jerarquías: ya aprendimos leyendo 1984 que la obediencia deja secuelas y afecta las libertades personales. El progreso se ve pausado y se enseña a través del miedo. Esto es eficiente para crear sociedades alienadas; y si consideramos que yo adoro el pensamiento crítico, esto es completamente incompatible.

La cuestión es que podemos evitar la jerarquía y aún así tener ese respeto. Por supuesto, siempre hay gente que se quiere aprovechar de esto y romper el clima, pero se puede charlar de forma individual (o incluso grupal) para subsanar este comportamiento, que probablemente venga de un problema más profundo que la clase en sí misma.

Si rompemos la brecha, desaparece el nerviosismo: un alumno no tiene miedo a preguntarle a su par acerca de un problema que encontró. Lo mismo se puede aplicar al profesor si lo ve como una persona accesible, y no una figura de autoridad inalcanzable.

De hecho, si aplicamos bien la regla, podemos obtener admiración. La clave está en mantener el sentido de la autoridad implícita: los estudiantes saben que tienen que seguir tus consejos y cumplir con las entregas en clase. Si tenés que aclararlo, es posible que empieces a abrir esa brecha y separarte de la estrategia inicial que te acabo de plantear.

El ego es peligroso

Las personas más atrayentes en la sociedad son aquellas que no se andan regodiando de sus logros, o hablan de si mismas todo el tiempo. Irónicamente, la mayoría de la gente alza su ego al cielo y demuestra que su opinión es increíble y nadie lo pensó antes.

Es cuestión de entrar a LinkedIn y encontrarse recomendaciones de "gurús" que te van a explicar cómo vivir tu vida; gente convencida de que el trabajo en X tecnología es lo único que genera dinero; personas que emiten una opinión y cuando querés armar debate porque expresas oposición, te responden con "no comparto, pero es tu opinión".

Me exaspera este intento de alzar imperios basados en visiones subjetivas. Es un mar de dogmatismo que no ayuda a nadie; y confunde a mucha gente que luego lleva esas ideas como una nueva religión.

El pensamiento crítico que fomento se basa en cuestionar las ideas y formar las propias. Pero si vos expresas una opinión y yo te doy un contra argumento, espero un debate.

Por supuesto, también afecta al sector docente. Muchos profesores creen que los métodos por los cuales ellos aprendieron son los mejores; y esto es muy lógico: les resultaron eficientes y lo quieren aplicar al resto. Pero a su vez, es erróneo: enseñar es como aplicar el método científico. Es partir de una hipótesis y experimentar hasta llegar a convertirlo en una teoría que quizá sea derribada en el futuro.

Debemos reconciliarnos con la idea de que todo esta sujeto al cambio. No casarse con un método de enseñanza, sino ponerlo todo a prueba. Rechacemos el dogmatismo y abracemos el pensamiento crítico.

La gente no lee

Si llegaste a esta parte de mi artículo leyendo todo, te felicito, pertenecés al 5% de la población mundial que lee. El foco de atención cada año es más reducido; y sin una obligación, la gente no lee casi nada en general.

Entiendo que puedo parecer un exagerado en este momento, pero intenta hacer la prueba: compartí este artículo en tus redes y fijate cuántos opinólogos van a darte sermones por el título sin entrar al artículo. Te invito a comentarme el experimento.

En una clase pasa algo similar: si generas un manual que sea opcional, el famoso "contenido complementario", menos de la mitad lo va a leer voluntariamente. Muchos probablemente no lo abran. Esto se debe a que nos atrae más lo visual que lo textual.

Por eso las publicidades funcionan: te invaden con colores vivos y atenuantes, acompañados de una frase muy corta, al estilo "me encanta" de McDonalds. En NetFlix entras al contenido de una película o serie porque reproduce el trailer previamente, pero seguramente no leas la descripción del costado.

Nos encantan los estímulos visuales, fuimos programados así por defecto. Entonces como profesores deberíamos poder jugar con esto, no luchar una guerra que no podemos ganar. Una forma que personalmente me gusta y estuve viendo en LinkedIn, es armar una serie de slides (diapositivas) estilo "apuntes de clase" con muchos colores y con una tipografía que simula la escritura manual.

Este tipo de contenidos alienta a leer, mirar gráficas, y aprender en el proceso. Te lo explico con gatitos es el claro ejemplo de estímulo visual atrayente. Se explican conceptos con un texto corto y gatos preciosos en pantalla. Cumple su función: enseña y entretiene.

Conclusiones

El desafío de la educación nos invita a mantenernos despiertos como profesores: debemos buscar soluciones constantes al trabajo de introducir conocimientos nuevos en distintos estudiantes. Trabajar en el proceso de asimilación y automatizar tareas (como la retroalimentación) es parte de nuestro trabajo diario.

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